En pequeño ratos, pero rentables, Nona explicaba la gramática y el vocabulario necesario para cada uno de los niveles (A1, A2 y B1).
Se hacían prácticas tanto orales, como auditivas. La producción escrita, es decir, las redacciones, argumentaciones y ensayos se escribían durante la semana para luego entregárselos a Nona.
El día del examen, todos aparecimos antes de tiempo, recién desayunados y con unos nervios que nos impedían pensar en otra cosa que no fuera en hacer la prueba lo mejor posible.
Nos reunimos en un punto de encuentro común, donde Nona nos esperaría para animarnos, ayudarnos, consolarnos, o todas a la vez.
Independientemente de los resultados, todos salimos satisfechos, pero no sólo por lo bien que nos había salido el examen, si no por todo el esfuerzo para lograrlo. Qué mejor recompensa que irnos a comer todos juntos, y así lo hicimos. Ya llegamos al restaurante con las tripas rugiendo, pero entre la comida, las risas y el buen rato que pasamos todos juntos, se nos olvidó que hace unas horas nos estábamos mordiendo las uñas temiendo hacer mal un examen para el que estábamos suficientemente capacitados.
En conclusión, recibamos o no diploma, esta ha sido una excelente oportunidad para, no sólo mejorar nuestro francés, sino también para darnos cuenta de que todo esfuerzo tiene su recompensa.
L’expérience vaut bien la peine. L’année prochaine on s’y remettra.
Olga G. G.