70 personas, caminantes, compañeros, amigos, seis días, cien kilómetros, ¡Buen Camino!, la compostelana, el sello, el albergue, una mochila en la espalda, la gorra, la concha, las botas, el palo de andar, la cuesta, Santiago, ¿cuánto queda?, ¡¡3 kilómetros!!,…
Palabras que cada vez que escuchemos, nos traerán a la cabeza la experiencia vivida del 10 al 15 de mayo por los alumnos del Coro del Colegio Ramón y Cajal.
Es imposible poder transmitir aquí nuestro Camino de Santiago, y no por falta de espacio o tiempo, sino por falta de palabras. No puede traducirse en un texto la ilusión, la convivencia, la alegría, ni el cansancio, el esfuerzo o el espíritu de superación que este Camino ha supuesto para cada uno de nosotros.
Las rodillas, las ampollas, la mochila, las agujetas, el frío, el calor, el sol, la niebla, las cuestas, los kilómetros,… Por un momento fueron amenazas para nuestro físico o nuestra moral. Ahora son simples palabras que recordamos con cariño y, aunque pueda parecer raro, con cierta nostalgia.
Tras las cinco etapas, alguna de hasta 30 kilómetros, conseguimos nuestro objetivo y pudimos disfrutar de la emocionante sensación que es llegar a la Plaza del Obradoiro y contemplar ante nosotros, imponente, la fachada de la Catedral de Santiago. Marta, la directora de nuestro Coro, encabezó esta entrada a la Plaza, en un homenaje que todos quisimos rendirle como ejemplo de fuerza, superación y alegría en el Camino.
Seis días en los que hemos caminado de Ferreiros a Santiago de Compostela, recorriendo 100 kilómetros, culminando nuestro recorrido con todo el Coro cantando en la Misa del Peregrino.
Desde aquí queremos dar las gracias a todas las personas que han hecho posible este Camino. A Mariano por permitirnos vivir esta experiencia y por compartirla kilómetro a kilómetro con nosotros. A Juan por su excelente gestión. A Marta por su esfuerzo y alegría en cada segundo. A Pilar y Rosi por curarnos y cuidarnos. A Bundi, Marcos, Rober, Lucía e Ignacio por ser compañeros, amigos y guías en el camino.
Y sobre todo, a cada uno de los alumnos y alumnas que han completado este Camino de forma impecable, con una actitud ejemplar y con un espíritu de sacrificio y una ilusión por encima de lo imaginable.
Para los que hemos podido disfrutar de este Camino, lo acontecido en él quedará grabado en nuestra memoria por siempre. Las personas, los lugares, los pequeños gestos y las grandes alegrías que hemos guardado en nuestro cerebro, formarán parte de un rincón de nosotros que jamás desaparecerá.
Y, ahora, en Madrid, en tu casa, puede que estés recordando esos días vividos. No olvides que tu Camino comienza cada día y que tú tienes en tu mano hacer que sea un… ¡Buen Camino!
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