Los videojuegos y el desarrollo de nuestros hijos

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El ocio ocupa una parte importante en las vidas de nuestros hijos e hijas, sobre todo en los primeros años de su vida. Sin embargo, muchos de nosotros, padres y madres, pasamos la mayor parte de nuestro tiempo entre el trabajo y la atención a las tareas domésticas. Esto se traduce en un importante desfase entre el tiempo libre del que disponen nuestros hijos y del que podemos disfrutar nosotros.

En estos días próximos al fin de curso y cercanos ya a las vacaciones de verano pensamos en el papel que desempeña la familia para conseguir que el tiempo libre trascienda a objetos tan habituales como la consola, la televisión, el ordenador…


Los padres, preocupados por la educación de nuestros hijos, somos también responsables de gestionar de manera planificada su tiempo de ocio. Es inevitable que nuestros hijos se sientan atraídos por estos elementos lúdicos que la revolución tecnológica ha puesto a su alcance. La cuestión que realmente preocupa a las familias es cómo controlar su uso para que éste no se convierta en abusivo y perjudicial.

La utilización adecuada de los videojuegos, por ejemplo, puede ser positiva ya que estimula algunos aspectos del desarrollo de los niños. Entre algunas de sus ventajas podemos citar las siguientes:

  • Favorecen la organización espacio-temporal.
  • Mejoran la coordinación oculomotora.
  • Desarrollan la rapidez de reflejos y la memoria.
  • Estimulan la puesta en práctica de diferentes estrategias.
  • Desarrollan la capacidad de superación.
  • Incrementan la rapidez de razonamiento
  • Estimulan la atención sostenida.

Sin embargo el uso de los videojuegos también cuenta con inconvenientes que hemos de tener en cuenta:

  • Pueden producir nerviosismo y ansiedad.
  • Pueden transmitir valores inadecuados.
  • Pueden provocar desinterés por la socialización e incluso un aislamiento.
  • La atención requerida puede provocar falta de atención hacia el entorno inmediato.

Patricia Marks Greenfield en su libro “El niño y los medios de comunicación” (Ed. Morata 1985) dice que en estos juegos “intervienen más elementos que la coordinación ojo-mano. Algo muy importante en sí mismo. De hecho, no solo son complejos, sino que incorporan tipos de complejidad imposibles en los juegos convencionales”.

Algunos psicólogos afirman que es positivo acostumbrarse a estas máquinas porque los niños vivirán en un mundo electrónico al que es preciso adaptarse.

Tenemos que convivir con estos nuevos “ juguetes” y lo mejor sería integrarlos también de forma inteligente en el ocio de nuestros hijos, incitándoles a jugar con sus amigos y además , favorecer otro tipo de diversiones y experiencias en otros ámbitos no menos importantes para su desarrollo.

La mejor de las estrategias a seguir por parte de los padres es apelar al sentido común basándose en el conocimiento que tienen de su propio hijo.

Algunas otras pautas que pueden servir a los padres para controlar un uso racional de los videojuegos:

  • Podemos hacer propuestas alternativas de ocio puesto que depende de los padres que los hijos conozcan y se interesen por actividades diferentes.
  • Otra sería interesarnos por todo lo que rodea al videojuego y acompañar al chico en algunos momentos. Es la mejor manera de compartir intereses con él, de conocer su mundo y sus inquietudes. Como padres nos podemos asomar también a este mundo que desborda la imaginación; nosotros también viviremos con nuestros hijos aventuras, trazaremos estrategias, adoptaremos distintas personalidades y desarrollaremos habilidades en este mundo fascinante.
  • De los padres depende así mismo la selección de estos juegos, eligiendo aquellos que no contengan tintes sexistas, insolidarios o violentos.
  • Es conveniente elegir un juego que permita grabar la parte del juego que ha sido realizada.
  • Son recomendables aquellos juegos que permiten intervenir a más de un jugador.
  • No son aconsejables los juegos que incluyen violencia gratuita o que fomentan la destrucción.

Una interesante clasificación de los tipos de videojuegos puede ser la siguiente:

  • Son los que más se venden y acostumbran a presentar fuertes dosis de violencia en el argumento y desarrollo de la acción. Se prestan mucho a provocar nerviosismo y ansiedad pero son también los que mejor funcionan para que el niño que ha acumulado tensiones se desprenda de ellas. Están indicados para niños a partir de 8-9 años y precisan de nuestra supervisión antes de autorizar su uso.
  • Juegos de estrategia: el niño participa de forma activa en la elaboración de una estrategia para alcanzar un objetivo. Estimulan el razonamiento lógico y la reflexión. Para niños a partir de 8-9 años.
  • Juegos de aventuras: el niño se convierte en el protagonista de su propia aventura y se sumerge en un mundo de fantasía. No presentan conflictos éticos y los contenidos suelen ser divertidos. Están indicados para niños a partir de 7-8 años.
  • Juegos de deportes: suelen reproducir canchas de juego y partidos de algunos deportes como el fútbol, baloncesto, etc. Los hay que están muy bien elaborados y alcanzan niveles de realismo asombrosos. Son por lo tanto complejos para los niños. Están destinados a los adolescentes, a partir de 14 años.
  • Juegos de simulación: son juegos en los que los niños adoptan un rol y en función de éste deben probar sus habilidades para alcanzar el objetivo. A menudo estos juegos plantean situaciones que en la vida real podrían resultar peligrosas. Indicados para adolescentes entre los 14 y los 15 años.
  • Juegos educativos: hay una gran variedad de juegos en el mercado que están pensados para incrementar o mejorar la psicomotricidad fina (destreza con las manos), el desarrollo del lenguaje (escrito y oral), las matemáticas, la orientación espacial y muchas otras habilidades y aspectos. Son especialmente recomendables. Hay una gran oferta de buena calidad y se dirigen a niños desde los 18 meses hasta los 16 años.

Una pregunta importante es el tiempo que los niños deberían dedicar a estas actividades tan atrayentes para ellos. Según los expertos, dependiendo del uso que se haga de los videojuegos, los niños pueden incrementar la autoestima y desarrollar algunas habilidades con este tipo de ocio. Es imprescindible que los padres controlen el tiempo que sus hijos pasan delante de la pantalla. Un abuso puede fomentar actitudes narcisistas y disminuir su sociabilidad. No debemos olvidar que este tipo de juegos, aunque se comparta, es un reto individual. Conviene marcar un límite de tiempo y ser estrictos en esta postura.

Los videojuegos sirven a los niños como refuerzo de su personalidad, por la necesidad de tener que alcanzar niveles cada vez más difíciles produciéndoles así satisfacción y seguridad. Los juegos interactivos exigen alto grado de atención estimulando la actividad cerebral. Por tanto la clave estriba en aprovechar todas las ventajas intentando controlar los efectos perjudiciales de un uso inadecuado.

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